Estimados:
No hay molestia en mí, ni en mis apreciaciones para con ustedes. La anterior comunicación, tiene por objeto determinar y hacerles ver la complejidad a la que se puede llegar si es que existe, o no, dolo.
En mis incursiones por el mundo de las inversiones y sus comunicaciones, observé el poder del error. Las empresas financieras hacen un esfuerzo tremendo por educar a sus clientes, para que logren dominar unos cuantos aspectos financieros y así, éstos, puedan interactuar con los productos y los administradores.
Sin embargo, la potestad de algunos clientes se hacía patente cuando sus montos alcanzaban un volumen considerable o la alcurnia se hacia patente, cuando se adjuntaba al consumidor el nombre de algún prócer de la organización (G.G., Director o Presidente)
En éste caso están ustedes, un medio de comunicación y un abogado. La triada en cuestión es una escuadra indestructible y sus movimientos son gobernados por agentes máximos de ésta sociedad. Al observar su poder no hay más que determinar que, a la hora de errar, en su actuar algún marino no ató bien la polea, desprendiéndose parte del velamen.
La credibilidad es muy importante y más aún cuando los líderes hacen su trabajo y asumen su responsabilidad ante una precariedad menor. Un error que me llevó a: pensar muchas cosas más; tratar de hacer sentir mi valoración del aspecto vinculante (el juego Mundial de inversiones) y hablar con ustedes.
Atte.
Héctor Quijada Olguín
11.847.566-6
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